Como los insectos o las enfermedades producidas por hongos, las malas hierbas o las plantas adventicias son perjudiciales para las plantas del huerto, puesto que tienden a invadir el espacio de las plantas y su crecimiento desordenado estropea el aspecto del huerto.
La acción principal contra ellas consiste en observar regularmente la superficie y arrancarlas; pero a menudo sucede que son demasiado pequeñas para quitarlas, y además, bastante invasoras. En ciertos huertos, donde los cultivos son relativamente densos, no se alcanzan fácilmente esas malas hierbas, para ello existen numerosos herbicidas que según su naturaleza pueden ser:
De acción total: destruyen toda la vegetación que crece en el espacio tratado e impiden que las malas hierbas invadan el terreno; su acción es más o menos prolongada, según la naturaleza del producto, la del suelo y las condiciones climáticas.
De acción selectiva (o más bien de efecto selectivo): algunas especies sobreviven a su acción y otras no, lo que permite eliminar las malas hierbas respetando las demás plantas del huerto. De hecho, todo es cuestión de dosis: un herbicida total empleado en pequeñas cantidades puede resultar selectivo. El efecto de estos productos varía según su composición.
Unos impiden la multiplicación celular de los tejidos vegetales; otros destruyen la clorofila, impidiendo así que la planta produzca el carbono indispensable para su crecimiento. Unos herbicidas actúan a través de las raíces y otros a través de las hojas. Los primeros se administran incorporándolos al suelo, y los segundos se pulverizan sobre la planta.