8 consejos para realizar correctamente la fertilización de la tierra.
Es necesario conocer, aunque sólo fuera de forma aproximada, la composición del suelo. En algunos sitios es necesario echar abonos ricos en calcio y fósforo; en otros, se requiere mayor potasio y nitrógeno.
Cuando se requieran efectos rápidos será necesario utilizar abonos químicos (por ejemplo, sulfato ferroso: azufre y hierro). Para lograr la máxima eficacia, deben mezclarse en agua y aplicarse en forma de riego alrededor de las plantas; evitar que lleguen al follaje.
Cuando se desee una asimilación lenta o progresiva, es preferible utilizar abonos de origen orgánico (estiércol, resaca, cáscara de huevo molida, turba o cenizas de madera).
Los fertilizantes líquidos son los más apropiados para las macetas.
Si vamos a comenzar un cultivo, los abonos deben aplicarse un mes antes de la siembra.
Es siempre preferible abonar de menos que de más; siempre quedará tiempo para ir incorporando gradualmente nuevos abonos.
Cuando se trata de abonos químicos es importante comprarlos en un vivero de la zona, que garantice su pureza y eficacia. Conviene comprarlos sin mezclar y realizar la combinación poco antes de aplicarlos.
Los abonos, cualquiera sea su naturaleza y origen, no deben dejarse nunca a la intemperie ni en lugares húmedos.